jueves, 19 de enero de 2012

Una Leyenda que no Olvide la Historia | Carlos de la Rosa Vidal

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Una Leyenda que no Olvide la Historia


? Carlos de la Rosa Vidal

carlosdelarosavidal@gmail.com


           No dudaría un segundo en dar un gracias con obediente vocación. Si fuese posible pronunciar un gracias un instante después de nacer, en el mismo momento en que despierta el sonido de una palmada y una boca logre expulsar un grito. Poder lanzar un gracias segundos antes de morir, rodeado de familiares, anciano, aunque tu voz no se escuche.
            Poder agradecer a la mitad de la vida, en tu primera juventud o en los años de la sabiduría. Vivir satisfecho y arrebatarle al tiempo la atención para agradecerle sus cobijos; hacerlo del mismo modo como abordamos la vida para que existamos, tan naturalmente como sin obligación. En fin, tener la capacidad para encontrarnos frente al mar y sin miedo lanzar un gracias que no olvide nunca la historia.
            Soñar sin miedo y equivocarnos con disciplina, sin miedo para la aventura y con disciplina para continuar. Hoy quiero dar un gracias que encienda relojes dormidos, porque una gratitud de verdad, no es una palabra de dos sílabas, sino una misión en favor de los demás. La verdadera gratitud es un sueño en movimiento.
            La gratitud no es un acto final. Es erigir una obra que valga la pena continuar cuando te hayas ido. La gratitud no es una impresión de desenlace, sino que debiera ser una muestra iniciática de inspiración para hacer algo que nos supere o sobreviva.
            Creo que el primer grito al nacer debería llamarse exclamación de gratitud. El último debiera serlo también. Y entre uno y otro debiera lanzarse uno más significativo. Sentenció el escritor griego Nikos Kazantzakis que “Todo hombre tiene un grito que lanzar antes de morir” entendiendo por grito una obra que lo supere. Grito, Gratitud, Sueño. Tres palabras y una sola obra. La visión de una obra de cambio.
            Que vuestro grito sea uno de gratitud, que vuestra gratitud sea una obra de cambio que beneficie al mundo. Porque usted quiere cambiar el mundo. Quien no haya tenido esta sensación de amor hacia la Humanidad es porque claramente le fueron arrebatados los sueños. Creo que vivimos en el mejor de los tiempos en comparación con los millones de años de historia. La mejor forma de gratitud hacia el mundo es devolverlo multiplicado. La gratitud efectiva debiera ser solo obra y muchas muestras de retribución.
            Y la mejor forma de comenzar la gran conspiración de un mundo más activamente positivo es comenzar por la conspiración personal. El entregarse a una misión que cada día represente la gratitud por estar vivos, por la oportunidad de sentir o experimentar.



           
            A los líderes y sólo a ellos se les llama desde el Olimpo para crear una leyenda. Toda leyenda o es grito de libertad o es incorrupta gratitud en un mundo en que más que injusticia hay ceguera. Las civilizaciones en descomposición se han detenido por olvidarse de devolver un mundo multiplicado. Sus líderes no promueven el crecimiento porque están preocupados por la seguridad de lo conseguido. La seguridad de una nación resulta imprescindible, sin embargo si la seguridad representa que hemos de cerrar las fronteras, también quedarán obstruidos el intercambio necesario y por la misma razón el desarrollo y el crecimiento.
            El mundo necesita un nuevo grito. Un grito que sea una muestra de repudio ante el joven que duerme o está cegado ante el mundo. Un grito que sirva para avivar la paz. Un grito que no se confabule con la destrucción. Uno que desempolve los cuerpos de la desesperación y la impotencia. Un grito que sea obra. Que sirva para inspirar otras obras más grandes todavía. Ese viaje están llamados a conducirlo los hombres y las mujeres que logren saber que la vida no es el tiempo que vive el cuerpo, sino que es el espacio para la obra de gratitud con el mundo, sin importar si éste tiene o no un sentido natural.
            El viaje aventurero de vivir en la dicha comenzará auténticamente cuando usted sepa, esté donde esté, en la hora que sea, que puede sentirse agradecido por existir y tener la mejor oportunidad de encomendarse a la misión que se revele.
            Si no sabe por donde empezar a crear su propia leyenda empiece por usted mismo, constrúyase y devuelva. Sentir gratitud de todo lo que le rodea, de tan sólo ser usted, en este preciso instante, en el espacio y tiempo que nadie jamás podrá ocupar con los pensamientos y sensaciones que usted tiene.
            El único ser que existe en la tierra con el magnífico poder de hacer con su vida según sus deseos es usted. Y más exactamente, no hacemos referencia a las cosas que usted puede conseguir. A los títulos que pueda acumular, al dinero que pretenda obtener. Sino al grito único que es capaz de pronunciar como obra de vida. Si usted considera que vive esclavo de los horarios, de los oficios y profesiones; si se ha convencido de la impotencia de los hombres ante la armatoste de la sociedad; si ha vivido en el convencimiento de la injusticia permanente hacia  los pobres; si cree que ya no es posible un minuto más de vergüenza ante el mundo, entonces es que ha llegado su momento de hacer con su vida una conspiración de gratitud.
            Algún día he de morir. Puede sonar tan duro solo si no somos capaces de entender la brevedad de la vida ante los millones de siglos transcurridos en el universo. Vivimos, como narra el escritor y divulgador científico Carl Sagan, en un grano pequeño, en una mota de polvo comparado con las innumerables y gigantescas estrellas del cosmos. Una mota de polvo llamado Tierra. Hemos de creernos los superiores y únicos o aprender que el conocimiento del universo solo nos puede llevar a la humildad.
            Sí, puede resultar demasiado para algunos instintos. Pero algún día hemos de morir, a los 90 o 100 años, unos minutos antes de aquello si pudiera contestar con sinceridad se le preguntaría si su vida fue una respuesta de gratitud que valió la pena, un escenario de miedo que le alejó de los sueños y le hizo víctima del mundo  o fue la indiferencia hecho carne que los hombres han desperdiciado haciendo de sus vidas una nada y un silencio.
            Si el miedo no nos torna agradecidos, si considera que la dureza de los edificios de la civilización no nos hace agradecidos, si la guerra de los hombres no nos hace agradecidos, si la destrucción de las inocencias no nos hace agradecidos, vayamos a buscar esos aromas de los campos que nos devuelvan al mundo y se haga inevitable el imprescindible retorno a la felicidad. En estos momentos quiero que comience a pensar en la forma exacta en que gritará su gratitud, en la forma de su obra. Precisamente como este escrito que he dedicado a todas las personas que he conocido, y les debo el salvarme la vida, en palabras de Ernesto Sábato.




            Cuando dice gracias a la vida de cierto modo perdona aquello que no estuvo perfecto en su percepción. Agradecerle a la vida con obras de bien nos hace más libres. Cuando diga gracias, que su palabra sea la expresión más clara de su sentimiento de gratitud. No repita el “muchas gracias” como cuando lee una palabra en el diccionario: “mu-chas-gra-cias”, en su lugar, dígalo con el corazón, como si le hirviera la sangre tan agradablemente. Como si entregase el alma para multiplicarse.
            La historia del mundo debiera ser la narración de actos de gratitud. De obras de hombres agradecidos de estar vivos. La historia de cada individuo debiera ser más que la acumulación de sus días, la leyenda que inspire leyendas personales más grandes. En cada ocasión podrá encontrar una oportunidad para agradecer. El hecho mismo de escribir este artículo me lleva a agradecer a las personas que han conspirado para que ´pueda yo regresar de un tiempo de tinieblas y han sido los ases de este gran juego llamado vida. Los hombres y mujeres no han comprendido que la vida de cierto modo es un gran juego como un gran teatro. Y se toman tan en serio que pierden por no saber que están jugando.
            Considero que la gratitud es también un comienzo y no un solo final. Si al llegar a este mundo y pudiésemos pronunciar unas palabras creo que estas primeras palabras deberían ser: “Gracias por recibirme” y las últimas debieran serlo también. Entre uno y otro debiera existir un gracias más significativo. Un grito de gratitud. Un deseo de libertad.
            Hay una libertad que sólo puede conquistarse en el único hogar que usted habita. Usted tiene que ser el dueño de su hogar interior. Cada vez intente responder a un miedo. Muchos corazones han perdido el latido solo por dejarse llevar por el temor. Empiece a construir un nuevo mito de libertad. Responda a la vida como responde un infante ante una sonrisa. Hágalo aunque sea por sincronización. Pero responda por favor.
            Cuando se sienta rodeado de gritos y las fuerzas no lo ayuden. Cuando se sienta rodeado de relojes dormidos y de vidas muertas. Es cuando resulta urgente embestir un gracias que tropiece contra tiempos abandonados. Y lo despierte. La obra de vida es obra de gratitud. No te despierta la obra terminada, sino la obra emprendida. Viva agradecido, construya una leyenda que no olvide la historia.

Carlos de la Rosa Vidal
Callao-Perú
28 de febrero de 2011

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